jueves, 30 de abril de 2009

Una nueva ola

Hemos subido al nivel cinco de la OMS, ahora todo el país está esperando, las actividades se reducen de manera constante y día con día las calles se vacían un poco más. Lo global hace que la nueva estrella del mundo, Obama, anuncie medidas contra el virus de la influenza.

A un paso de la pandemia, las medidas más restrictivas pero necesarias han dado nueva vida a esos dos grupos de aquellos que no desean seguir instrucciones, de personajes desconfiados y sumamente individualistas.

Los empresarios critican la medida de cierre de establecimientos, temen perder dinero, a pesar que aparentemente no les importa tanto la salud de sus clientes, así el capitalismo de siempre, el dinero frente a todo.

Los conspiracionistas ahora claman conspiraciones globales, ante ello, acertado Julio Patán menciona, las teorías de la conspiración son versiones laicas de pensamiento religioso e irracional. Son actos de fe ante la incertidumbre, y finalmente como toda religión, un acto de egoísmo dogmatico.

Mientras, ya se conocen caras reales de verdaderas víctimas, desde el primer infectado, un niño de Veracruz que tal vez no entiende las dimensiones del problema, así como de Manuel Camacho Solís, ex regente capitalino, quien estuvo al borde de la muerte por esta infección.

Las aerolíneas restringen viajes, nadie visite nada, todos guardados en casa, que la familia se reúna a final de cuentas.

¿Y los cien días de Obama? Opacados.

Tengo que pagar cuentas de luz, teléfono y renta, me pregunto si el enclaustramiento me permitirá pagarlos.

lunes, 27 de abril de 2009

Nivel cuatro, dos sentires

Nivel cuatro, suspensión total de clases hasta el seis de mayo, el mundo sigue de cerca los casos y el virus se esparce, todos toman sus previsiones, si así fuera todo, si estos titulares significaran la vida en México el pánico seria seguro, pero no, lo que hay son dos tendencias, dos comportamientos.

La información se dispersa y se amplia, crece de manera amplia, errática, florece y se interpreta. Nos hemos vuelto expertos, nuestro vocabulario se amplia, sabemos que es H1N1 a pesar que no sabemos que signifique su nomenclatura, sabemos que es un virus a pesar que no sepamos la diferencia de virus y bacteria, sabemos qué hacer ante la epidemia pero no que efectos implica; somos expertos a medias, pero discutimos de manera ardiente como si lo fuéramos, no dudo que así hemos sido, en las elecciones de 2006 debatimos incansables, ahora lo hacemos de nuevo, algunos se enojan, otros creen que es paranoia, pero a final de cuentas, nadie ha apagado el televisor.

El otro es tal vez uno que extraña a muchos que se dicen conocedores del mexicano, el personaje siempre desinteresado y desparpajado es ahora responsable, aumentan los cubrebocas (los jóvenes no pierden la oportunidad de sacar mascaras profesionales que compraron alguna vez), aumentan los que recurren a las clínicas y las farmacias, no salen a casa y han decidió protegerse, han decidido guardarse en casa y estar con los suyos. No han faltado los mensajes, las cartas, las llamadas, queremos saber qué pasa con los queridos, queremos pasar con los amados, los familiares y los conocidos, quienes por esto los hemos dejado de ver, o tal vez, hemos vuelto a recordar.

Muchos lo llaman solidaridad, todos con todos, unidos en eso, que a todos nos puede afectar, otros le llamaran miedo, ven el final muy cercano, prematuro, por ello tal vez algunos hermanos se han reconciliado, algunos amigos reencontrado, algunos amores habrán nacido del enclaustramiento, algunas amistades se habrán transformado en hermandades, pero muchas son por miedo, no queremos soledad y menos cuando estamos poco a poco esperando ese juicio, el que nos mencione que todo está bien, o todo empeorara.

Los iníciales sardónicos, los críticos y conspiracionistas, ellos han callado ya, no prosperaron, el peso de la organización mundial, del manto de lo insondable y avasallante los ha dejado a ellos en ridículo cuando su objetivo era dejar a alguien en el ridículo.

Seguimos enclaustrados, pero no mucho, las labores no pararon, pero seguro algún obrero pensó dos veces en subir al pesero, alguna enfermera dudo de subir al metro, algún electricista dudo en acudir a una casa, algún oficinista pensó que los muros falsos de su trabajo irrelevante eran mortales.

Todos ellos que se arriesgaron por que tienen que llevar pan a la mesa, tuvieron un miedo mas, tal vez momentáneo, pero colectivo, un pequeño sismo, 5.6 en la medición Richter, el Paseo de la Reforma se lleno de aquéllos que no habían salido a las calles días antes y le devolvían vida a la calle que había perdido en estos días. Córdova se sorprende, estaba en conferencia de prensa, para sus argumentos y espera a ver qué pasa.

Felipe Calderón no apareció hoy. ¿También se ha enclaustrado?

Nivel cuarto, todo el país sin clases, ya se siente nacional y mundial, no solo capitalino ni metropolitano, un poco de azoro y expectativa, pero a pesar de todo, mañana tenemos que salir a trabajar.

Una foto en la prensa me enterneció, un raido leoncito deambula por las calles con su cubrebocas.

domingo, 26 de abril de 2009

Uno mas, uno mas

La alerta es ahora global, Estados Unidos, Francia, España, Nueva Zelanda y Guatemala reportan casos y alertas, pero la OMS no sube las cifras, todo se mantiene según los medios en niveles normales. Ante esto, en este ambiente que combina lo espectral de las calles, una ligera zozobra, la burla y la parodia en internet por la población que puede resultar más en riesgo, los jóvenes, en ese ambiente, ¿Qué pensaran aquellos que son líderes, los afectados, los investigadores?

Seguramente, Calderón esta atareado en reuniones, preocupado por que se escuchara, uno quisiera saber, ¿Qué vendrán en los reportes que le llegan?, ¿Estarán protegidos sus familiares?, el sabe que tal vez es su momento principal como estadista, sus errores le costaran vidas, sus ignorancias crearan infectados, un mal movimiento puede ser grave.

José Ángel Córdova, el funcionario burocrático y medico mediocre ahora tiene una de las tareas de salubridad más importantes tal vez de la historia médica moderna, no puede ocultar su nerviosismo, se nota en su parpadeo constante y su voz entrecortada. ¿Qué se sentirá estar en los zapatos del ministro de salud clave del mundo?

Una llamada en la tarde pudo cambiar las cosas en el itinerario de Margaret Chan, mientras viajaba hacia los Estados Unidos escucho que había infectados de una influenza en México y Estados Unidos, seguro fue para lo que la designaron en el cargo, seguro fue, la llamada más importante de su vida.

En una camilla de hospital, desde hace varios días se encuentra mirando esos muros blancos, lo monitorean hora con hora, sus signos vitales o cómo evoluciona su fiebre, quiere quitarse el sudor de su frente, quiere mirar el exterior, pero no lo dejan, no sabe que ocurre afuera y no lo dejan ver a sus familiares, ha sido aislado, sabe que tiene influenza y que es serio, si vida corre peligro, vive el tedio de la vida hospitalaria, con el miedo de que puede pasar, otra vez siente como arde su garganta, expulsa aire y saliva, tose y cuando tose siente que está solo.

Su vida es eso, un riesgo, un peligro mortal, a pesar de que en apariencia solo sea un científico, su vida en libros y experimentos es mas riesgosa tal vez que la de un obrero común, todos los días convive con esos microorganismos que pueden atacarlo, aquello que estudia lo pone en riesgo, no escatima en precauciones, una mascarilla, la bata, se limpia las manos, se coloca los guantes y los lentes de protección, se acerca a ese microscopio y una vez más, tiene a ese enemigo que siempre escapa, que siempre lo evade, una vez más enfrente del, suda un poco, pero tiene que enfrentarlo.

Yo como muchos, me enclaustrado, mas a fuerzas que por voluntad o miedo, todo afuera ha cerrado y mis amigos al igual que yo están encerrados en la seguridad de sus casas, todos contribuimos tal vez a esa imagen que asusta, esas calles solitarias.

sábado, 25 de abril de 2009

Se estan vaciando las calles

Las calles tienen dos sentires, el primero es tal vez de desafío, la gente no ha dejado de salir por completo de sus casas, todavía hay gente caminando, pero el segundo sentir es la desconfianza, los cubrebocas rodean los rostros, las miradas escrutadoras, los pasos tal vez mas acelerados de lo normal.

Fenómenos mas, el mercado funciona en tiempos de crisis, aumento la demanda de cubrebocas, los precios aumentaron, incluso a niveles exagerados, aquellos que ni un peso costaban ahora debían ser comprados a cincuenta pesos, y se escribe debían porque es necesidad.

Un dato me ha alarmado, la mirada el secretario de salud, el guanajuatense José Ángel Córdova, conocido por ser un político conservador y medico con poca trayectoria, parpadea de manera constante, exagerada incluso, mientras habla parpadea de manera frenética, ¿será un tic nervioso?, ¿el sueño?, o su lenguaje corporal nos dice algo que no sale por los labios el secretario.

Las conversaciones ya tornan sobre la influenza, ahora porcina según los medios, la gente se especializa, discute y bromea, algunos se dan a la reflexión y la oración, habrá los desconfiados, quienes creen que es castigo divino, los que creemos en la ciencia, nos faltan datos, los necesitamos, la curiosidad y el azoro nos invade.

Las clases se suspenderán hasta el 6 de mayo, vacaciones serán para muchos, molestia para los padres de familia que cuestionan por no también ellos tienen asueto, los funcionarios dicen, es porque no debe parar la actividad económica.

Las clínicas se llenan y las calles se vacían, un México ahora vigilado por el mundo está funcionando a su manera, un pueblo que siempre ha vivido bajo las palabras crisis, bajo los avisos y que se adapta con facilidad, es la actitud del mexicano, una evolución ante la peor perspectiva.

Tal vez la pregunta que todo mundo se hace es ¿hasta cuándo terminara esto?, muchos llaman a la divina providencia, que sea pronto, que sea pronto.

viernes, 24 de abril de 2009

Influenza en México

El casco de Santo Tomas tiene un cariz espectral, los estudiantes que deberían estar llenando las escuelas del Instituto Politécnico Nacional se han quedado en casa, los rumores nocturnos de la suspensión de clases dejaron desiertas las escuelas Diego Rivera, Rabindranath Tagore y Frida Kahlo, así como la Normal Superior.

Las calles están inusualmente poco transitadas a pesar de ser un viernes, que en la Ciudad resultan tumultuosos, ruidosos, poblados y caóticos. Hay mas adolescentes en la calle, algunos en patinetas practicando en la avenida, otros caminando despreocupados.

Bajo al metro, todos tienen rostros inescrutables, los periódicos anuncian, “Se suspenden clases en DF y EDOMEX”, “Sin clases en Zona Metropolitana por influenza”, algunos tienen la fotografía del Secretario de Salud, José Ángel Córdova, irreflexiva e inexpresiva.

Algunas señoras tienen ya los cubre-bocas, ella miran a los demás con extrañeza e incluso con desprecio, nadie tose o estornuda, puede causar temor, puede causar azoro.

Los jóvenes sin clases tratan con sorna y sarcasmo la epidemia de influenza anunciada por el gobierno através de este mundo que nos hemos construido (el Internet), critican la paranoia, algunos ya se dicen enfermos y piden que nadie se les acerque en tonos de burla, no hace falta aquel que diga que esto parece mas un ardid gubernamental, ¿es una nueva cortina de humo?, ¿Qué ocultaran?

Muchos recuerdan el cine norteamericano apocalíptico, sociedades colapsadas y zombies por las calles, todo parte de la influencia americana, no es extraño, los programas anti-pandémicos fueron diseñados en los Estados Unidos.

Inusual que en día soleado sea un día para el encierro, la ciudad espera a los anuncios, ¿será verdad la epidemia?, ¿se exagera?, la prensa puede acusar esto como un llamado al caos y la paranoia.

Recibí llamadas y mensajes, dudas y cuestionamientos, ¿iras a la escuela?, ¿sabes lo que sucede?, ¿nos estarán engañando?, amigos me avisan de lo que me he enterado, algunos lo dudan, otros me llaman ante mi preocupación como un alarmista.

Lo que se espera es que todo mejore, que sea falsa alarma, que las burlas no cambien en lamentos, tal vez se exagera, tal vez no. Un día inusualmente tranquilo en la Ciudad.