martes, 16 de marzo de 2010

Un cuento de algo que se que paso

Se conocieron el primer día, Alejandro que estaba al frente del salón noto que al fondo había un chico que inmediato capto su atención, sintió lo que pocas veces, se estremeció, los brazos le hormigueaban; de tal impresión se quedo parado en medio del salón cuando ya había llegado el profesor quien le tuvo que insistir se sentara, no fue sino hasta la tercera vez que le llamaron la atención para que tomara su asiento, pero todo ese día no dejo de voltear.

Bailar siempre le inspiro a Verónica, apenas había llegado del extranjero y se unió de inmediato a la compañía de danza, sin duda entusiasmada y ostensiblemente nerviosa se sentó sola, mientras se preparaba se notaba que no podía ponerse una zapatilla de los nervios que la invadían, no sabía por qué, lucho contra la zapatilla, hasta que ella se acerco, quien solo dijo que le permitiese ayudarle, ella tomo el pie y la zapatilla, las puso con facilidad, no falto que se miraran a los ojos por primera ocasión.

Alejandro después de dos semanas se decidió hablarle, con la excusa de que necesitaba ayuda para un ejercicio de cálculo se acerco, su nombre es José y acepto en ayudarle, el primero francamente embobado con el primero se acercaba cada segundo un poco más, José explicaba el problema hasta que apunto a una parte del ejercicio, las manos de ambos se tocaron en ese tiempo, Alejandro apenado trato de alejarla, pero José la retrajo de vuelta y la tomo con la suya.

Comenzaron a salir juntas de la compañía, platicaban como si se conocieran de años, Verónica y Angélica se acompañaban a todos lados, comían juntas y practicaban fuera de la misma compañía, Verónica apoyaba a Angélica con su pequeña hija de 5 años, la pequeña Sofía, que nació de un noviazgo fugaz. Un día de tantos Verónica se quedo a cuidar de la pequeña, pero Angélica no regresaba, fue hasta la madrugada que llego, la pequeña dormía, Angélica vio con lágrimas a Verónica, no pudo decir nada, solo se abrazaron, “no vuelvas a tardar”.

Los ingenieros ya habían hecho su vida, después de los cinco años de la carrera y de haberse titulado, Alejandro y José decidieron vivir juntos, no les importo la oposición de sus padres, tenían futuro por delante y ambos tenían trabajos que les podía ayudar a sostenerse, estaban seguros que vivirían juntos el resto de sus vidas.

Verónica y Angélica llevaban todos los días juntas a la pequeña Sofía a la escuela, con los días estuvieron tan juntas que decidieron vivir en la casa de Angélica, con los días Sofía le llamo a ambas como mama, con los días ya se habían transformado en una familia.

Alejandro enfermó, tenía cáncer y había sido detectado muy tarde, un día se desmayo y José lo llevo al hospital, pero al dejarlo con un doctor este pregunto su parentesco, le dijo que vivían juntos, pero que carecía de parentesco, simplemente le agradecieron y no lo dejaron pasar.

Angélica tuvo que salir de la Ciudad, Verónica se quedo con la pequeña Sofía, fue a la compañía y regreso por la pequeña a la escuela, pero le dijeron que ella ya había sido recogida por un familiar, Verónica furiosa pidió saber quien, no le dijeron nada, ella no era nada de Sofía.

Se quedo en la sala de espera por semanas, no sabía nada de él, no le dejaron pasar en visitas, dentro estaba la familia de Alejandro, la cual nunca le dejo pasar. No fue sino hasta meses después de vigilia intensa que supo que ya había fallecido, tardíamente y por solo un poco de bondad del médico, José no supo qué hacer entonces, solo regreso a su casa para ver que era vaciada y el no podía pasar, todo había estado a nombre de Alejandro y la familia nunca le permitió si quiera regresar por sus cosas.

Un accidente de avión, 254 víctimas fatales, incluida Angélica. Verónica no lloro por ella, lloro por la pequeña, por su hija, a la cual nunca pudo accesar, no eran nada y solo deseaba ardientemente explicarle que había pasado con una de sus mamas.

Verónica y José se conocieron en la lucha por los derechos civiles de parejas del mismo sexo, conocieron de sus tragedias y sus muertos, ambos estaban ya cansados y sin gran fuerza, sabían que lo único que podían hacer era luchar para que a otros no les sucediera lo mismo, ambos no evitaron sonreír el día en que supieron que ya podían casarse, Verónica y José fueron a la respectiva tumba de sus amados, Verónica le dejo una última rosa a su esposa y José derramo una lagrima por su esposo.

Al día siguiente, Verónica le prometió a Alejandro cuidar de José, y José le prometió a Angélica que protegería a Verónica. Ambos, el 11 de marzo de 2010 contrajeron matrimonio.