lunes, 28 de junio de 2010

Amor perdido; para ti.

Amor perdido, por Pedro Flores



Amor perdido
si como dicen es cierto que vives
dichoso sin mi. Vive dichoso.
Quizás otros besos te den la fortuna
que yo no te di.

Hoy me convenzo que por tu parte nunca fuiste mio
Ni yo para ti, ni tú para mi, ni yo para ti
todo fue un juego no más que en la apuesta
yo puse y perdí.

Fue un juego y yo perdi.
Esa es mi suerte y pago porque soy buen jugador.
Tu vives mas feliz esa es tu suerte.
Que mas puede decirte un trovador

Vive tranquilo
no es necesario que cuando tú pases
me digas adiós, no estoy herido
y por mi madre que no te aborrezco
ni guardo rencor...

Por el contrario junto contigo le doy un aplauso
al placer y al amor.

¡Que viva el placer! ¡Que viva el amor!
Ahora soy libre, quiero a quien me quiera
¡que viva el amor!

sábado, 19 de junio de 2010

Monsiváis


Muchacho, periodista y amigo de Pitol y Pacheco, incauto asistente del avejentado y escénico Salvador Novo, lector de la biblia, protestante en un mundo católico, al margen de sus tías y de su abigarrada lectura de Lucas Alamán o incesante revisor del catecismo de Ripalda, no se pierde como muchos en el mundo de los autores franceses y mejor consulta lo más profundo de López Velarde o de los filósofos y economistas marxistas que vivió en la Universidad.

De lo abigarrado del periodista cultural, que afirmaba con pesar que admiraba a Rius por transmitir mejor las ideas que él nunca pudo, de sus pasos no había desprecio ni por lo político ni lo social, no dudaba en caminar e ir a donde los escritores comunes nunca pesarían, porque de su paso por Tepito, el Zócalo o el metro de la ciudad, era observador de la masa incauta de la megalópolis, la única según él, provocadora de su propia implosión.

De la antología de poesía, de cuento o de la recopilación de la crónica, del ojo afinado y sabio de Monsiváis, A ustedes les consta sobre esa Ciudad de México en sus tiempos o de lo Fugitivo permanece, recopilación de la ficción mexicana, catalogador por definición, en si mismo no hay mejor conocimiento sobre lo que las letras mexicanas refiere.

De su complejo y nutrido esconder de ideas, encuentra en la colectividad la fascinación del la identidad del mexicano, que de todas las ideas sobre él, están en sus manifestaciones de masividad apocalíptica, ritualistica y cohesionadora, de la heterogeneidad de las múltiples expresiones del mexicano, expresado de lo popular, del cabaret, el rock, desde san judas hasta aquellos ídolos que expresaban el dolor de lo mexicano, de José Alfredo a la Doña, de la bizarra forma de Raúl Velasco a la bizarra forma de la política mexicana.

Monsiváis, es sin duda, el ajonjolí de todos los moles, y no por propia voluntad sino por expresión de la fascinación por el intelectual mexicano universal, último hombre que sabía de todo, o según lo que el francamente respondía, lo inventaba, en todos los periódicos mexicanos, en toda televisora, era capaz de opinar de todo y sobre todo; muchas ocasiones, por simple invitación.

Los supermachos, los supersabios, la familia burron, las canciones de Chava Flores, de la pesadumbre de José Alfredo, biblioteca fundamental del cine mexicano, de pequeños luchadores y juegos curiosos, de sus gatos o de las militancias breves del intelectual que únicamente le fueron significativas, de la compañía de sus amigos, de El Fisgón, de la Poniatowska, de Marta Lamas, todo de su universo.

Constelación de Monsiváis, se fue uno de esos pocos intelectuales mexicanos que no tenía miedo a ser lo que quería. Adiós, siempre quise al menos saludarte y soñé incluso, con ser tu asistente, Monsi, has dado el gran salto al vacío, o tal vez al cielo del que Ripalda narraba.

viernes, 18 de junio de 2010

Saramago




Una construcción tardía e inescapable de crítica y belleza, de política y arte, rostro de militancia, constancia y estética en la expresión de un hombre que a la velocidad que la lengua portuguesa expresaba lo inmerso, sociológico y sumamente dialectico de las palpitaciones más profundas del humano en sociedad.

Incomodo en sus formas, provocador irredento y pesimista comunista; no dejaba que las reglas no escritas de una profesión de lo escrito no le permitiesen expresar lo que auténticamente sentía y que en ello fuera una preocupación auténticamente política, no temía de denunciar y encontrar fascinación casi sociológica en la expresión de un mundo para él, en eterno espiral capturado del capitalismo.

Vida de devoción tardía por las letras, después de primerizas desilusiones, de militancias interrumpidas, ve en la Muerte de Ricardo Reis, o Los Cuadernos de Lanzarote expresiones del juego literario y narración expresa de la vida insular, Ibérica en lo autentico.

Juguetón, cómico y fantástico es cuando por sus Pequeñas Memorias, El viajes del Elefante, o sobre Casi un Objeto, el hombre es revelado como ficción de sus decisiones reales, de sus absurdos constantes y de su arrojo en situaciones extraordinarias.

Polemista irredento y retador, El Evangelio según Jesucristo y Caín pasa por su extrema militancia del ateísmo, la incoherencia bíblica y la plena imaginación de las escenas del mundo de la religión del libro, del origen supuesto del hombre y sobre la extrema humanidad de los actos divinos y consagrados. No importando de retar la vieja institución milenaria, Jesús es ficción y así lo trata con ingenio.

Criticado en extremos políticos y en otros literarios, militar directamente desde la visión de la democracia, de la incompetencia final que lleva a los pequeños resquicios de inicial civilización en los ensayos, de la Lucidez y la Ceguera, o de una nacionalidad trepidante y de mareas separantes de la nación Ibérica; esa nación pequeña y separatista.

Su arte es simplemente expresión de esa estética entregada a ver las líneas delgadas de la humanidad bajo un orden fuera de su forma y proporción de la visión militante; no hay temor en expresar ni en alejarse de su propiedad de hombre de letras.

Ahora ha recibido el sobre purpura, indicando con un tiempo de segura anticipación como dio la misericordiosa muerte en sus intermitencias para que pudiese arreglar lo poco que tenía pendiente; permitiéndole saltar al incesante vacio de la nada y a la sombra de sus letras de legado.