Hemos subido al nivel cinco de la OMS, ahora todo el país está esperando, las actividades se reducen de manera constante y día con día las calles se vacían un poco más. Lo global hace que la nueva estrella del mundo, Obama, anuncie medidas contra el virus de la influenza.
A un paso de la pandemia, las medidas más restrictivas pero necesarias han dado nueva vida a esos dos grupos de aquellos que no desean seguir instrucciones, de personajes desconfiados y sumamente individualistas.
Los empresarios critican la medida de cierre de establecimientos, temen perder dinero, a pesar que aparentemente no les importa tanto la salud de sus clientes, así el capitalismo de siempre, el dinero frente a todo.
Los conspiracionistas ahora claman conspiraciones globales, ante ello, acertado Julio Patán menciona, las teorías de la conspiración son versiones laicas de pensamiento religioso e irracional. Son actos de fe ante la incertidumbre, y finalmente como toda religión, un acto de egoísmo dogmatico.
Mientras, ya se conocen caras reales de verdaderas víctimas, desde el primer infectado, un niño de Veracruz que tal vez no entiende las dimensiones del problema, así como de Manuel Camacho Solís, ex regente capitalino, quien estuvo al borde de la muerte por esta infección.
Las aerolíneas restringen viajes, nadie visite nada, todos guardados en casa, que la familia se reúna a final de cuentas.
¿Y los cien días de Obama? Opacados.
Tengo que pagar cuentas de luz, teléfono y renta, me pregunto si el enclaustramiento me permitirá pagarlos.
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