domingo, 23 de agosto de 2009

Crítica y Debate en México

En México somos muy afines a este tipo de discusiones



Relacionada con mi estruendosa entrada pasada, leí el mes pasado un gran articulo de Enrique Krauze (que mientras menos político, mejor) sobre la critica en general en México y la critica literaria en concreto. Krauze enumera una lista de defectos de nuestra crítica actual.

La cito completas por que en serio, valen la pena[1]:

Le entristecería el panorama de la crítica literaria actual, lastrada por el peso y los hábitos de la academia. Luego de conversarlos con el crítico Rafael Lemus, enumero cinco vicios de la crítica académica, extensivos -hay que decirlo- a otras ramas de las humanidades, como los estudios históricos:

- La ausencia de placer y/o aversión. En la academia rara vez se lee para comunicar un placer o para acercarse a una obra con entusiasmo o irritación. Se lee, supuestamente, con neutralidad, como si la crítica fuera una más de las ciencias sociales.

- La omnipresencia de la teoría. La teoría literaria es provechosa cuando ayuda a leer mejor una obra, no cuando pretende sustituirla. Sin embargo, los académicos suelen partir en sus lecturas de un "modelo teórico", no de la obra misma, y se empeñan en acomodar el libro dentro de ese marco ya predeterminado.

- La inmovilidad. Una de las funciones de la crítica debería ser la de poner en movimiento los libros: relacionarlos unos con otros, y unir la literatura a procesos culturales, políticos e históricos más amplios. La academia hace habitualmente lo contrario: aísla las obras, estudiándolas en el vacío, al margen de la sociedad en que aparecieron.

- La especialización excesiva. Los genuinos críticos literarios aspiran a una visión amplia, generosa, humanista. En el mundo académico, no obstante, se estila lo contrario: desdeñar la pluralidad y complejidad del mundo para concentrarse en un solo autor, en un solo periodo de un autor, en una única obra de un autor.

- La endogamia. La academia -esto es fundamental- no necesita del aval del público: produce para sí misma y se consume a sí misma. La literatura, por el contrario, es impensable sin la colaboración de los lectores; es, de hecho, un diálogo polémico entre los lectores y los autores. Su único aval es el aval del público.

- La creciente trivialización. Parecería que, poco a poco, la discusión literaria está dejando de pasar por el filtro de la crítica para derivar -simplificada, dulcificada, vacía- a otros medios: las entrevistas light en radio, televisión y prensa; las presentaciones insustanciales de libros; los homenajes tributados por casi cualquier cosa.

- La desaparición de espacios. Cada vez son menos los sitios donde puede ejercerse la crítica literaria. Particularmente grave es la crisis de los suplementos culturales, en cuyas páginas solía ocurrir la conversación literaria. También en las revistas y los periódicos el espacio concedido a la crítica se reduce aceleradamente, así como la extensión de las reseñas.

- La cultura de la celebridad. Este culto -estudiado por Gabriel Zaid en su libro reciente El secreto de la fama- reduce las obras al personaje que las publica y, en última instancia, anula las obras a favor del personaje.


Al leer, me di cuenta que no solo se trata de la crítica literaria, estos criterios son aplicables a cualquier crítica que hoy vemos en nuestros medios o en la vida cotidiana, ejemplos hay muchos:

La ausencia de placer y/o aversión: Toda obra literaria, cine, teatro, o incluso cualquier fenómeno público (por lo tanto, ostensible de ser criticado) no es repudiado o se expresa gusto por el, el simple hecho de decir si a nuestro criterio nos gusto es una autocensura en este país, decir que no nos gusto o si nos condena a ser “parciales” o faltos de “objetividad”, bueno, en los hechos, nadie es de hecho imparcial u objetivo, entonces, decimos que es el hecho que criticamos, dejando claro que hay una parte personal y luego una parte donde solo se clasifica.

Siento que también vemos casos extremos (no hay nada en el medio), he leído criticas literarias destrozadoras y sinceramente visearles, como Roberto Pliego que critica sin atisbos de perdón a Paco Ignacio Taibo II, ignorando datos o simplemente, queriendo que el libro fue hecho por el mismo, mismo caso donde las criticas a varios premios Nobel hechas en Letras Libres parecen ser, solo critica a la fama de los premiados. O en el caso de una obra de diccionario categorizador de Christopher Domínguez Michael que fue justamente criticada como un elogio de amigos y el hecho de ignorar a los enemigos literarios, y en esta critica parece ser el diccionario más virtuoso sobre la literatura mexicana.

La omnipresencia de la teoría: Esta característica es una que sufre mucho nuestra academia, es incapaz de ver fuera de su propia teoría para responder algo. Muchas ocasiones mis discusiones en la universidad fueron en el sentido de innovar o buscar un nuevo concepto, pero esa teoría rigorizadora es un muro impenetrable. Hable de Democracia Liberal Socialista, y en lugar de reflexionar sobre el asunto, se me descalifico por el simple hecho que los marxistas dicen que no es posible.

O en la jornada, dos de tres críticos de cine recurren a criticar todo cine “Hollywoodense” por el simple hecho de serlo, sin ver si quiera si contenido, y elogiar de manera absurda el cine de arte, que cuando uno lo ve, resulta soporífero, pero claro, la presunción de que todo es como debe ser, es decir, Hollywood malo, Indie bueno, no siempre se cumple.

La creciente trivialización: Eso no falta en las secciones de espectáculos, o en mucho de nuestro día a día, por ejemplo, una nota de El Universal dice: Jackson trato de crear hijos perfectos…. ahí uno se dice… ¿Quién no?, ¿debe interesarnos su vida personal?, es lo que en todos estos mese vivimos sobre este personaje, toneladas de notas escandalosas (y triviales) sobre Jackson y nada de su carrera. Y eso para los otros medios, si se hace una obra de teatro, nadie habla de la obra, sino del actor y sus escándalos, si hay una película, se olvida y van directo a otro escándalo, o he podido leer entrevistas tan triviales a escritores donde hablan tanto de si mismos que pues la obra queda vacía.

La desaparición de espacios: Esto lamente estos dos años, la crisis acabo con la prensa cultural, Confabulario de El Universal era el suplemento por excelencia de literatura y cultura, pero acabo por asuntos económicos, igual que hoja por hoja de Reforma, quedaron dos suplementos bastante malos como Laberinto y La Jornada Semanal, y de vez en cuando, Nexos y Letras Libres caen en ser herramienta de su directores con sus odios políticos personales.

Dejamos esos espacios, a la crítica banal, sin sentido y vendida.

La cultura de la celebridad: El mas recalcitrante, quienes tienen dinero, promueven celebridad donde no hay nada en realidad, imagen pura que sustituye contenido (lo que Mario Vargas Llosa ya lo vio como la civilización del espectáculo, o Giles Lipovetsky como la sociedad del vacío), casos hay muchísimos, en literatura sobran, cuando medios adoran a personajes como Paulo Cohelo (con libros Light religiosos), o como han tratado a Roberto Bolaño en un icono de la literatura (Cuando todos lo ignoraron en sus años con vida).

Todo esto en la crítica, es necesario un pundit (Sin traducción al español pero puede ser vista como un critico del todos los asuntos de manera profunda) como Christopher Hitchens, alguien que sin miedo opine, critique y mantenga su posición por mas incomoda (y no incómoda no sirve) y corrosiva pueda ser. Es decir, crítica sin miedo de decir lo que debe, que cuando encuentre una verdadera aberración clame por analizarla, que note los hechos que muchos acallan por el mismo absurdo de que no quiere que lo vean mal por atacar figuras de renombre, incluso si lo condenan al ostracismo por criticar figuras que nadie se atreve tocar, como en México la Virgen de Guadalupe (de quien hablaremos en próxima entrada).

Cito a Bruno H. Piche quien sobre Hitchens dice lo que creo que este país necesita[2]:

Se debate, pues, por el gusto de debatir y estar en desacuerdo, para medir fuerzas, agarrar vuelo, embestir y ver saltar los chispazos resultantes del choque de las inteligencias. Incompatible es todo ello con la manida búsqueda de los consensos, que Hitchens, mentor de contrarians, asocia con “el deseo de vivir en alguna Disneylandia de la mente”

Como ya mencionamos en la entrada pasada, el debate es estimulante (que en México creemos es crear pleitos de cantina), es controversia, y debe ser un gusto sin problemas. Y como dice Piche de Hitchens, creemos que nos encanta el consenso por sobre todas las cosas, consenso y nada de debate, el México de la unanimidad, las manos alzadas, y las elecciones por ovación. No nos gusta en este país el derecho a disentir.

Si debatimos o criticamos en este país, es solo para discusiones banales, como “¿el vaso esta medio lleno o medio vacío?”, por nuestro mismo gusto a no pelearnos en asuntos verdaderos, por que “herimos sensibilidades”, en ese caso, somos mas sensibles que bebes recién nacidos caray.

Debate, crítica, dos fundamentales si queremos generar democracia, si no abandonamos nuestras costumbres de unanimidad de asamblea priista y de crítica burda, no veremos nada interesante, mas cuando en este país hay aberraciones constantes y desvergonzadas.



[1] Krauze, Enrique. “La crisis de la crítica”, http://www.letraslibres.com/blog/blogs/index.php?title=la_crisis_de_la_critica, 27 de julio de 2009, revisado el 23 de agosto de 2009
[2] Piche, Bruno H., “Hitchens cumple sesenta”, http://www.letraslibres.com/blog/blogs/index.php?title=hitchens_cumple_sesenta, accesado el 23 de agosto de 2009.