domingo, 30 de enero de 2011

Mudanzas

La vida marca poderosamente sus cambios cuando es tiempo de abandonar un lugar y regresar a uno nuevo, es pues, la pista de salida de los cambios siempre es abandonar una casa –que puede llegar a ser hogar- por otra casa –con potencial de ser hogar-.

Este fin de semana me cambie por 11ava ocasión de casa, permanezco en el DF, pero mi madre nuevamente cambio de casa, como expresión de los cambios tan radicales que ha tenido la familia en estos meses, difíciles para más de uno.

Ver tus cosas en cajas, cargar y cargar muebles, estar a la disposición de lo que la vida dispone, genera la siempre pulsante nostalgia y un sentimiento de desarraigo hacía todo, ¿de dónde soy si donde estoy ya no estaré?

Cada día dejo más cosas en el camino, dejo disperso lo que antes me generaba ansias y magníficos recuerdos, hoy aparentemente están más que atrás; solo pocos asuntos me ocupan, lo esencial, como cada cambio, donde desechas lo que no es necesario, por lo indispensable.

Solo hay un solo lugar donde me he sentido en un hogar, y es donde crecí, donde fueron mis años de infancia, ese hogar está en venta y todavía más desarraigo siento: las personas significan ya mi hogar, porque ahora llegar a una casa no me hace sentir menos solitario, si no ver a ese grupo –cada vez más reducido, cada vez más significativo- que llamo familia.

Mientras moví cajas y muebles una vez más, viendo un techo que no reconozco, dos canciones llegaron a mi mente, aquí se las dejo.