domingo, 26 de julio de 2009

Oaxaca


Mis años mozos vieron esta tierra alguna vez en un viaje camino a Chiapas, sus colores en la noche, su comercio, su música, su todo junto me fascino como nada y desee regresar con ansias, hasta hace poco que pude.

Tierra de Mixtecos, de grandes pensadores y grandes dictadores, de su sangre que ha corrido la patria se ha bañado solo para admirar su belleza y conservarla como esa joya que en el sur canta sones y odas a esos amores perdidos, a esos dioses abandonados y a aquellos que han dado todo por un poco de ella.

No hay rastro de la APPO, ni la sección 22 del SNTE, la ciudad parece haber cicatrizado, la plaza de la Guelaguetza que recibió a su gente el lunes en el cerro del Fortín está intacta y mejor que nunca, pero alrededor de la ciudad se nota pobreza rodeada de anuncios triunfales del PRI, que ahora festina seguir controlando tierras Oaxaqueñas.

Mi hotel queda al frente de la casa de Don Andrés Henestrosa, recientemente fallecido, de un amarillo brillante, solo una frase la adorna “Yo soy los libros que he leído”. Adentro tomos y tomos enciclopédicos, libros de todo tipo, de su obra, sus sones y canciones, no evito buscar entre los tomos sus lecturas política, de entre Ulises Criollo de Vasconcelos y biografías de Hernán Cortes leo un diccionario de política, gobernabilidad no existe ahí, pero si la palabra cacique.

La belleza de sus calles me fascinan y me nutren, apacible, de un clima que no asfixia pero tampoco cala, tranquilo se puede recorre estas calles, mucho diseñado a los turistas extranjeros, quienes se fascinan con esto que desconocen, que entre pobres mendigando por sus dólares y figuras diseñadas para ellos, se sienten exploradores y conquistadores.

Comí con mi familia en la casa de la abuela, en el zócalo de la capital, los sabores realmente inigualables, el dulce de un mole negro, de chiles rellenos, de un tasajo de carne hirviendo, de un queso de consistencia y salado incitante, de salsas y aromas, todo para disfrutar, no pude evitar de ese placer de la comida, ¿con esta comida quien no se enamora?

Voy al palacio de gobierno, pero no hay oficinas y las flechas dirigen a otro lado, no entiendo porque, hasta que pregunto a un vendedor mientras nos rodeaba la música de la pasada Guelaguetza de por qué ya no era el Palacio de Gobierno el del Zócalo, simple, la APPO tomo ese palacio en 2006, cuando lo desalojaron, el gobierno ya estaba en las afueras de la ciudad y decidieron hacer al Palacio museo.

En Flores Magon, junto al el Convento de la Compañía de Jesús, se vendia la obsidiana y el barro negro, los sonidos de Nayla o Dios Nunca Muere nos rodean, el centro esta lleno, caminamos por las calles buscando, chapulines de diferentes tamaños, chocolate de olor penetrante y mole negro, cosas que solo fascinan a los ojos.

El Convento tiene algo especial, ahí están antiguas reliquitas de Santos y Beatos que son anunciados en las paredes con parsimonia, festejan al último, Rafael Guizar y Valencia, pero sobre todo a Miguel Agustín Pro Juárez, protector de lo pobres. Las paredes tienen encomiendas, a la Virgen, en español, ingles, náhuatl, mixteco y ñañu, encomiéndate a la virgen dicen, muestra de la evangelización, uso de sus lenguas y costumbres, donde vemos que lo importante no es Dios, es la imagen, y mientras esa imagen sea milagrosa atrae a todos aquellos que la alaban.

Salimos la siguiente mañana a Monte Alban, es inevitable ver al grupo de turistas bobos, (como aquella chica que usa tacones en calles empedradas), o los que van por un supuesto misticismo “cargar energías”, pero no importa, descubrir es el objetivo. En menos de una hora en camino sinuoso llegamos a Monte Alban, nos dan folletos de influenza y dengue antes de avanzar.

Alfonso Caso es la imagen que encontró en este cerro este centro ceremonial, de reyes, militares y sacerdotes, lugar de conocimiento astronómico y orgullo militar, es notorio que es lugar de solo la elite de aquella sociedad que poco a poco como todos fueron fulminados en guerras y epidemias españolas. Entre juego de pelota, costumbres de Mitla, figuras de elogio a los grandes danzantes y observatorios. Patrimonio de la Humanidad, debido a Alfonso Caso, hombre de brillante trayectoria como arqueólogo, que descubrió lo que escondido estaba en el mundo del catolicismo español intento esconder.

La tarde nos permite disfrutar en el Mercado 20 de Noviembre de la carne en tasajos en el pasillo de las carnes, donde todos ofrecen su carne a quien pase, para luego sentarse al final del mismo pasillo y comer con enormes tortillas y guacamole. ¡Qué sabor!

El ultimo de mis días de estancia fue de exploración, se nota un nombre por sobre el de todos, se trata de Juárez, calle Juárez, plaza Juárez, casa Juárez, monolito, héroe visionario y guía de Oaxaca, que en su pequeña casa en la parte alta de Oaxaca es simple, solo una cama y una cocina humilde, pero ahí conoció a su mujer, Margarita Maza, mujer abnegada y fiel a ese hombre absorto de responsabilidad, duro e inflexible, que cuando viajaba solo esperaba al rencuentro con Margarita, siempre esperando. Juárez el abogado y rector del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, el joven Gobernador, el siempre presidente, el fiero, justo, liberal e inflexible. Su obra lo hizo de bronce, y solo en sus cartas a sus hijos podemos saber quién era, pero sin duda esta tierra pudo ser hervidero a tan imponente personaje.

El enorme convento de Santo Domingo guarda tesoros, agave e historia de Oaxaca, se como cambio hasta lo que hoy significa. De entre todo me encuentro con tres retratos, es Porfirio Díaz, joven general, fuerte gobernador y viejo presidente, queda su poder en el Estado, su control férreo sobre su tierra y su aspiración por ser el modernizador. Santo Domingo, de arquitectura imponente y espacios, guarda su biblioteca, llena de tomos de derecho, teología y arte, oculta libros prohibidos, curas a enfermedades, medicina, química, filosofía, y muy al fondo, un libro me salta, una versión en francés de la Critica de la Razón Pura de Kant, ahí, escondida donde solo los sacerdotes podían consultarlo y condenarlo.

Por la tarde en el Zócalo, escuchando a la Orquesta Primavera de Oaxaca noto quien va pasando, es Ulises Ruiz, el gobernador, protegido y asegurado sonriente y cínico, lo acompaña el senador Adolfo Toledo Infanzón. Por ese hombre muchos murieron, fueron encarcelados y se paralizo ese estado, es de los déspotas que sufre el Oaxaca, parece que su belleza merece de la sangre que los asesinos derraman.

Sus calles albergan liberarías, poesía, jazz, literatura, comida, secretos, no puedo evitar enamorarme de la belleza de lugar tan inspirador, su música, el feo, dios nunca muere, nayla, fascinado he quedado, enamorado, así solo se puede sentir el amor a una tierra.

Me voy en la mañana, con la seguridad de que regresare pronto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TIENES RAZON SOLO SON BANALIDADES Y APRECIACIONES PERSONALES, SOLO VEMOS LO QUE QUEREMOS VER , A VECES EL MEDIO DONDE ESTAMOS INMERSOS Y ESCLAVIZADOS NOS INDICAN LA FORMA DE VER LAS COSAS.

aGony

¡ Todo el poder al Pueblo !

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